TAREA 2 : MICRORELATO



El JUGADOR DE CARTAS



Buenos días,como sabréis el edificio de la Abengoa lleva varios años cerrado. ¿Pero os habéis fijado en que todas las persianas están subidas y al anochecer se encienden automáticamente todas las luces? ¿Por qué ese interés en tener siempre iluminadas todas las habitaciones? 
La historia de las luces y la verdadera razón por la que hubo que cerrar el edificio al público. 
Todo empezó hace bastante años; cuando La Abengoa aun acogía a los trabajadores jubilados de la compañía. Entre ellos uno era famoso por ser hábil jugador de cartas que siempre ganaba, Eso ya era suficiente para caerle mal a los otros jubilados pero es que además era un mal ganador que entre grandes carcajadas insultaba al perdedor. 
Eso hizo que nadie quisiera jugar con él, se pasaba el tiempo haciendo solitarios pero eso no le bastaba, necesitaba la emoción del juego, volver a ganar para sentirse importante. Así que una tarde no pudo más y viendo como los demás residentes lo ignoraban entró en cólera y empezó a gritar retando entre palabrotas a cualquiera que tuviera el valor de jugar a las cartas contra él. 
Era tan su enfado que le dio un infarto y murió mientra que en su mano apretaba con fuerza una baraja de cartas. Las mismas cartas que habían sido su perdición. 
Tiempo después La Abengoa se abrió al público en general, ya no había ninguno de los antiguos residentes ni nadie que recordara esa extraña muerte. Cuando empezaron a suceder hecho extraños. A altas horas de la madrugada, cuando ya estaban apagadas todas las luces se escuchaban ruidos siniestros en los pasillos. Pasos y gemidos angustiosos que los huéspedes del edificio no sabían asegurar sin eran reales o quizás solo los ruidos propios de un edificio viejo. Luego tres golpes secos llamando a la puerta de la habitación. 
Si el huésped no respondía, los pasos se dirigían a la siguiente puerta donde se repetía la llamada. Si el ocupante de la habitación se levantaba para abrir la puerta, aun adormilado y deslumbrado por la luz que acaba de encender se encontraba en el pasillo la silueta traslucida de un anciano que se desvanecía en cuanto le da la luz. Esta visión duraba apenas uno segundo por lo que mucho dudaban si solo era producto de no estar despierto del todo. Lo que era real y todos sentían era el frío inusual en una noche de verano y el extraño estremecimiento que les recorría la espalda. 
Pero los poco incautos que abrieron la puerta sin haber encendió antes la luz cuenta otra historia. En ese caso, entre la penumbra del pasillo, el anciano se hacía real y los obligaba a jugar a las cartas, usando una baraja con un halo espectral y un tacto helado. Durante toda la noche el fantasma gana una tras otras todas las partidas. Pero cuando llegar el amanecer ya no se ríe como cuando estaba vivo, sino que mientras se desvanece con los primeros rayos de sol, pide con tristeza a su contrincante que vaya a la capilla del edificio y rece por su alma maldita, pues solo podrá descansar en paz cuando alguien le gane una partida. 
Fueron la continuas quejas de los huéspedes que poco a poco dejaron de venir lo que llevaron al cierre de La Abengoa y por eso ahora todas las habitaciones deben estar siempre iluminadas, pero si te acercas de noche al edificio notaras que una de las habitaciones está a oscura. Allí es donde la luz que no cesa mantiene confinado al fantasma. Si observa durante mucho tiempo esa ventana puedes ser que veas durante un instante algo que no solo sea el reflejo de la luna , si no el pálido rostro del fantasma que espera eternamente al jugador que final pueda ganarle y liberándolo así de su condena.

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